3 Tiempos Relatos
El domingo 11 de septiembre pasado, en mi habitual crónica dominical, hice entrega de una intitulada: IPAPEDI, 61 años después. Ipapedi, en sesenta y un años de vida, tiene un acervo tal, que en su seno alberga a tres generaciones de profesores de la UC. Pudiéramos localizar e identificar a dichas generaciones en 3 Tiempos. A saber; el tiempo de los profesores fundadores, el tiempo de los docentes de la etapa intermedia (hoy, en su mayoría jubilados), y el tiempo de los profesores activos actuales.
La presente crónica la titulo: IPAPEDI: 3 Tiempos, 3 Relatos. En este caso, 3 relatos de 3 profesores, que se han consagrado a la docencia e investigación universitaria en 3 tiempos diferentes. Más abajo, transcribo una síntesis del ejercicio de escucha empática que puse en práctica con cada uno de ellos, cuando conversamos sobre Ipapedi.
Los maestros fundadores firmantes del acta constitutiva del 06-09-1961 fueron diecisiete (17), según lo apunta el profesor doctor en historia Orlando Arciniegas, en un artículo publicado y titulado: IPAPEDI: auge y decadencia. De los 17 fundadores sólo sobrevive el ilustre maestro profesor titular jubilado, Dr. Joaquín Alvarado Henríquez (JAH), quien durante su ejemplar carrera académica-administrativa llegó a ocupar los cargos de Decano de la Facultad de Derecho, Secretario y Vicerrector Académico de la UC. De seguidas, plasmo un resumen de la storytelling del Dr. Profesor Alvarado Henríquez.
Joaquín Alvarado, recuerda y afirma, enfáticamente, que los 17 profesores fundadores de Ipapedi, incluido el rector magnífico Humberto Giugni, a quien le correspondió ser el primer presidente del Instituto, tenían como visión que Ipapedi llegara a ser la dependencia universitaria garante de la previsión y seguridad social de los profesores UCistas. Añade Joaquín, que el rector Giugni se preocupaba y ocupaba tanto de la seguridad social como de la formación académica de los profesores, de seguro porque consideraba que todo eso hacia grande una universidad. JAH, con cierto dejo de decepción y pesar, manifiesta que percibe al Ipapedi de hoy completamente perdido de la ruta visionaria que ellos, los fundadores, soñaron y trazaron como meta. Por ser cristiano católico -dice-, hago votos como cofundador de Ipapedi, para que este, perentoriamente, retome la senda de la legalidad y cumpla con su verdadera y trascendente misión.
Ana Chiquito es profesora titular jubilada de UC y actual Secretaria de la Universidad Arturo Michelena (UAM), ella simboliza y personifica lo que he dado por llamar la etapa intermedia de docentes. Anita, como la llamamos quienes la queremos y valoramos, me confiesa que cuando inició su carrera de profesora en la UC, el recordado profesor de FaCE, Víctor León, fue quien la llevó a una pequeña oficina ubicada en el rectorado que servía de sede a Ipapedi. Con voz de satisfacción, relata que fue cordialmente atendida por la también recordada negra Olavarrieta.
Anita, enfatiza con emoción, que el mismo día que se inscribió en el Instituto (sin haber cotizado aún), le concedieron un crédito para la adquisición de una moderna calculadora HP80, la que usaría como recurso de tecnología educativa en su cátedra. Adicionalmente, agrega, que gracias al amplio espectro de la cartera crediticia de Ipapedi, a lo largo de su carrera, pudo adquirir dos apartamentos y hasta 3 vehículos. Y al igual que Joaquín, Anita lamenta que el Ipapedi de hoy no sea, desafortunamente, como el de ayer y, por consiguiente, hace votos porque se produzca el cambio, y el Ipapedi del mañana inmediato sirva a todos los profesores como antes lo hizo.
Víctor Carrera, nuestro tercer relator, está activo en la Escuela de Ingeniería Mecánica. Cuenta que cuando se inició como profesor muchos le aconsejaron que “ahorrara en Ipapedi” por si en el futuro quería comprar una casa o un carro nuevo (entre otras cosas). Consejo que siguió, manteniendo su ilusión.
“Pero que triste fue cuando- continúa-, con el tren de formar mi familia en marcha, fui a buscar ese apoyo para comprar una casita donde darle calor a mi hogar, y lo que encontré fue una gran decepción. Lo único que me ofrecía esa dirigencia era ser intermediaria de una póliza de seguros y la promesa de un resort para vacacionar. ¡Qué iba a estar pensando yo en vacaciones si no tenía ni dónde vivir! Bueno, mi inconveniente lo resolví, pero desde ese momento entendí que el Instituto debería estar para apoyar a los profesores, y no pretender proyectos elefantiásicos desconectados de las verdaderas necesidades de sus asociados. Aseguro sin temor a equivocarme que casi toda mi generación de profesores, y los que vinieron después vivieron la misma situación”.
Profesor(a), en Ipapedi tenemos dos caminos: el continuismo o el cambio.
¡Vamos por el cambio.
¡Sabemos cómo hacerlo y sin excusas!
¡Elecciones YA!