CARTA ABIERTA

CARTA ABIERTA

Ciudadano
Profesor Fermín Conde
Presidente del Consejo de Administración de Ipapedi.
Señor y compañero profesor:

La gravísima situación que atraviesa la institución universitaria venezolana, dado el maltrato al que ha sido sometida constantemente por un gobierno que intenta aplastar este bastión de la democracia del país, la ha conducido a un estado de dificultad jamás visto, pues se encuentra mermada y acosada presupuestariamente, debido al cerco que se le mantiene y que mancilla su necesaria y sacrosanta autonomía.

Usted profesor, más que cualquier otro, está al tanto de la situación que vive nuestro instituto de previsión y ahorro, pues lo ha dirigido en su consejo de administración, durante los últimos trece (13) años y está al tanto de cómo el gobierno retiene y niega los dineros correspondientes a los aportes institucionales, incluso el de los asociados. Además, ha administrado lo que al Ipapedi ingresa por variados conceptos y que, según la opinión y parecer de muchos; con desvarío y extravío, pero esto ya ha sido materia tratada antes y no es tema de esta misiva, que se orienta, por enésima ocasión, a solicitar respeto por los derechos democráticos de los profesores(as) a elegir en comicios, pues visto lo visto, su período está vencido desde hace, justamente a fecha, un año.
Profesor Conde, mucho antes de que ocurra el hecho inevitable de la vida que, en su cierre, en su final, es morir, está el anhelo de vivirla dignamente, con calidad; particularmente ahora, por los logros alcanzados con la tecnología y la ciencia modernas que permiten extenderla más allá de los límites de longevidad anteriores. Todos nosotros, desde los mayores hasta los más jóvenes, nos creemos candidatos con derecho para este disfrute. No obstante, un mínimo baño de realidad permitiría acercarnos a las angustias que, contrarios al disfrute aludido, viven nuestros docentes. En su día a día, en esa cotidianidad que debería estar signada por la tranquilidad de obtener a cambio de su esfuerzo y trabajo lo necesario para atender su salud y alcanzar los beneficios relacionados con una vivienda adecuada, con alimentación y transporte digno, con salud a la mano de todos los miembros de su grupo familiar; lo que existe es angustia, desolación, tristeza, depresión, desnutrición y junto a todo esto el fantasma traposo, pestilente y oscuro de la desprotección social, de un instituto que otrora nos servía de apoyo en situaciones de apremio y que hoy no tiene respuestas ante la dramática situación que padecemos todos.

Sentimos que hemos sido abandonados, marginados, desechados como mueble carcomido, lanzados a un tenebroso desván. Muchos están enfermos, sin los recursos necesarios para poder atender sus problemas de salud, para pagarse un seguro de hospitalización y cirugía (HC), que pueda salvarlos a la hora de un evento grave. Profesor Conde, usted sabe muy bien que solo un porcentaje muy reducido de docentes de nuestra universidad tiene posibilidades para pagarse una póliza de las que usted promueve. Frente a esta terrible realidad, injusta, inhumana y cruel, que padecemos los profesores(as), me motiva, una vez más, a dirigirle esta carta en la que pongo como testigo a todo el tejido institucional de nuestra UC, y donde hago votos porque se libere de la parálisis de acción que lo embarga y, por consiguiente, apresure el llamado a elecciones en Ipapedi, convocando la asamblea extraordinaria que elija la comisión electoral y se fije, de manera clara y terminante, la fecha para las elecciones donde podamos ejercer nuestros derechos democráticos a decidir el destino de nuestro instituto.

Nuestro estamento profesoral ya no tiene tiempo para perder tiempo, no puede esperar más; las decisiones tienen que tomarse con carácter de urgencia. Haga un llamado a elecciones, porque finalmente le será reconocido por todos como una decisión acertada.
Como un miembro más de esta comunidad, aquejada de fallas, inconvenientes y problemas, pero poseído de una inmensa deuda de gratitud con mi UC, que me motiva a quererla y valorarla cada día más, siento al igual que muchos, que cada instante se hace una eternidad para todos los que sufren. Se amerita un Ipapedi renovado y renacido con propuestas factibles y capaces de recobrar nuestra dignidad, de acercarnos y tendernos, como otrora, ese paraguas bajo el cual refugiarse para erguirnos y poder divisar una realidad segura, en la que se vislumbre una vida mejor.

Seguro estoy de que toda nuestra comunidad se lo reconocerá. Dé un paso al costado, ceda el puesto a alguien más, profesor, para que el Ipapedi renazca y, con él, todos nosotros, miembros del personal docente y de investigación. Por mi parte, me pongo a disposición para cualquier decisión o acto loable y noble que conduzca a un evento electoral muy pronto, casi urgente. Sin embargo, está en sus manos, actuar ya.
Nos encontramos sobre un punto de inflexión, toda vez que la situación se nos viene encima, indetenible, como una avalancha, exigiendo cambios disruptivos. Además, y para no pecar de desmemoriado, intento sacarle estas castañas del fuego, pero, a la vez, le resoplo las brasas con la fuerza del huracán: recuerde que su gestión vencida fue improbada por una inmensa mayoría de profesores y que la paciencia de todos tiene un límite de enojo; no permita que se extienda más, hacia predios en desnivel que les potencien la fuerza de su cause, como en caída libre.

De usted, muy atentamente, en Valencia, a los once días del mes de junio de dos mil veintitrés.