CONCIENCIA Y EGO

CONCIENCIA Y EGO

La conciencia es una voz silente que emana de lo más profundo de nuestro ser. La conciencia es la ley moral de nuestro interior, es una especie de sensación y expresión innata de lo que está bien y lo que está mal, de lo que construye y lo que destruye, de lo que es verdadero y lo que es falso. La conciencia es omnipresente, serena, tranquila y es quien nos faculta para hacer lo que se debe hacer y no lo que se quiere hacer. El ego es autócrata, mandamás y abusador. El ego se centra en la supervivencia, en la satisfacción individual sin tener ni tomar en cuenta a los demás. El ego no establece criterios que midan el impacto de su actuación y las correspondientes consecuencias derivadas.
La presente crónica la intitulo: IPAPEDI: CONCIENCIA y EGO, porque percibo que en nuestro instituto de previsión social y ahorro, ambos están actuando, gravitando e impactando. Interactúan, se encuentran y desencuentran en la frontera de los dominios del ser y del deber ser. En efecto, en el instituto se percibe el desvarío y extravío de un presidente y unos consejos de administración y vigilancia que actúan y manifiestan su ser, sin tener presente la responsabilidad de hacer gestión en función del proactivo deber ser. Podemos decir, que el ego de quienes dirigen hoy a Ipapedi, es miope y que, además, interpretan la Emergencia Humanitaria Compleja (EHC), que vivimos los profesores UCistas en función de una agenda de privilegios de un grupo.
La conciencia de Ipapedi debe ser un sacrificio que subordine el ego de sus directivos a un propósito o una causa noble superior. La conciencia colectiva debe impactar a la visión compartida, reorientar la determinación con disciplina y potenciar la pasión; todo lo cual, obliga a sumergirse en las relaciones interpersonales con predisposición actitudinal sinérgica. Es decir, debemos escalar desde el estadío de la independencia al de la interdependencia y, cuando esto suceda, experimentar y apreciar el cambio que anhelamos y queremos en nuestra caja de ahorro. La conciencia es el auténtico proveedor del por qué (la causa), la visión compartida apunta e identifica el qué* (lo que queremos lograr), la disciplina es el cómo (el modo de lograrlo) y la pasión es el vórtice de los sentimientos que llevan en su seno al por qué, al qué y al cómo.
La conciencia colectiva del estamento profesoral UCista debe transformar la pasión en mutuacomprensión.
Cuando escuchamos a los demás para comprender y no para responder, se genera una genuina preocupación por ellos y emerge la empatía, vehículo a través del cual se satisface el más grande anhelo de la naturaleza humana, que es la necesidad de sentirse importante. La comprensión es la expresión interdependiente de la pasión. La sinergia de voluntades y capacidades que hemos logrado en la UC con el propósito de lograr el renacimiento de Ipapedi debe transformarse en la interface que sea capaz de alinear cuatro (4) atributos. A saber:

  1. Conciencia, percibida como la tenue voz que motiva el compromiso e inspira y predispone para la acción.
  2. Visión, entendida como la imagen objetivo a ser alcanzada en un horizonte temporal determinado.
  3. Pasión, aceptada como la vehemencia y entusiasmo perseverante con la que se deben llevar a cabo las actividades y tareas. Representa la profundidad del sentimiento, el compromiso emocional y el impulso motivador.
  4. Disciplina, es el hábito virtuoso en el que se debe subordinar el talento y la inteligencia a los fines de ofrecer solucionática a la problemática. La disciplina es la fuerza de la voluntad encarnada.
    Los profesores de la UC, debemos tener clara conciencia del peligro de vernos y sentirnos atrapados en el naufragio gerencial en el que, en mala hora, nos sumieron los ya ilegítimos consejos de administración y vigilancia de Ipapedi.
    El cambio nos reclama una actitud de conciencia para usar el pensamiento crítico y para que comprendamos que vamos a lograr el renacimiento y relanzamiento de nuestro instituto a los 62 años de su existencia.

¡Sabemos cómo hacerlo y sin excusas! ¡En Ipapedi, elecciones YA!