De once, once

El pasado miércoles 26 de noviembre, como se esperaba, se celebró la Asamblea Extraordinaria de Delegados de IPAPEDI. Fue la undécima y, por fin, la última de las que, en fecha 18 de octubre del corriente, habían sido convocadas por el Consejo de Administración, a través del diario “La Calle”.
La finalidad de dicha convocatoria fue única: elegir la Comisión Electoral y las Subcomisiones correspondientes, que de conjunto, regirán el proceso electoral en el que serán designadas las nuevas autoridades de nuestro Instituto de Previsión Social.
Así, entonces, y de conformidad con lo previsto, se llevaron a cabo las referidas once (11) asambleas. Fue un proceso de amplia participación profesoral, en el que, por su pulcritud y legitimidad, se convierte en ejemplar y referencial para la comunidad profesoral de nuestra Universidad de Carabobo. Fueron, recordémoslo, diez (10) asambleas parciales —en las que se cuentan las siete Facultades de la UC, de los campus de Bárbula y La Morita, junto a la de los profesores jubilados— que hablaron con voz clara y firme para dar respaldo abrumador (casi unánime) a la única propuesta presentada a consideración de los asambleístas profesores para la integración de la Comisión Electoral del IPAPEDI.
A la Asamblea Extraordinaria de Delegados, en sana lógica, no le correspondía sino ratificar ese mandato, el que se vio como voluntad libérrima y unísona del deliberante cuerpo docente. Debemos pues sentirnos felices y contentos porque con sentido de cuerpo, con talante y serenidad democrática y, en absoluto respeto a lo expresado en cada una de las asambleas, los delegados, con total libertad, procedieron a ratificar cuanto había sido aprobado con anterioridad. Fue, en esencia, la culminación de un proceso que nada cuesta calificar como impecable en cuanto a los asuntos de forma y fondo.
Sin embargo, la jornada en sus finales, dejó al descubierto un hecho que, la decencia, hace insoslayable. El profesor Fermín Conde, que según SUDECA ocupa de hecho más que de derecho la presidencia del instituto, se presentó tarde a la asamblea con una objeción sombría y sorpresiva: cuestionó a tres de los cinco profesores elegidos en las mismas asambleas que él dirigió como moderador y director de debate, sin que, en ninguna de las diez (10) asambleas parciales hubiese sido apuntada irregularidad alguna, pero que ahora sí pretende hacer valer. La realidad está clara: estamos asistiendo a una maniobra dilatoria más. Una estrategia para frenar, entorpecer y, en el fondo, probar si con chulerías se puede desconocer la voluntad casi unánime de los seiscientos (600) profesores que, responsable y ejemplarmente, participaron en estas once jornadas democráticas.
No obstante, ya lo sabemos: la voluntad acerada de cambio es más fuerte que cualquier maniobra. Lo que está en las actas de las asambleas es la voluntad del estamento profesoral, que quiere recuperar su institución; que exige respeto y que apuesta por la transparencia, y que ya decidió a mano alzada el rumbo que desea para el nuevo IPAPEDI.
Profesor(a), lo ocurrido en las asambleas confirma algo esencial: cuando los docentes de la universidad se organizan, participan y se expresan, ninguna táctica dilatoria puede hacer declinar el poder de su decisión colectiva. IPAPEDI, que somos los profesores asociados, ya hablamos y decidimos. ¡Lo hicimos once veces! Y fue con un average de 1000 puntos, de once, once y, con una sola voz y voluntad.
¡Vamos a por ello!