Diez días de opacidad.


“Sí, diez (10) días desde que, según se hizo saber, el Consejo de Administración de IPAPEDI, dizque por “unanimidad”, pero sin ninguna consideración racionalmente convincente ―urbanidad, respeto― con sus afiliados y, particularmente, con voceros calificados y autorizados de dos sectores que agrupados habrán de competir electoralmente; pospuso, sin decir aún para cuándo, y dónde, lo cual es sencillamente “suspender hasta que me dé la gana”, las asambleas parciales que deben elegir la Comisión Electoral para los comicios pendientes de renovación de autoridades del Instituto.
Un proceso electoral, estatutariamente pautado, que debió ocurrir en junio 2022, y por lo cual, desde entonces, sus actuales directivos han incurrido en un ejercicio administrativo ilegítimo, abusivo, y más aún: bajo el total desconocimiento de las obligaciones que, con sus afiliados y según la ley, tienen los directivos de las asociaciones civiles, del tipo de la que es IPAPEDI. Una suspensión sobre la cual pende la sospecha fundada de ser una treta más por parte de quien “controla y manda”, destinada a alargar su enquistamiento de años en la dirección del venido a menos Instituto de Previsión Social del profesorado UCista.
Es bueno recordar que el pasado viernes 26 de septiembre a finales de la tarde cuando todo estaba suficientemente convocado y avisado, para que 48 horas después se iniciaran y llevaran a cabo las asambleas; quien funge como ilegítimo presidente del IPAPEDI, en un arrebato producto de su talante irascible y desmesurado, se pronunció en contra de la persona del ilustre profesor exrector magnífico Gustavo Hidalgo, quien había sido escogido por el mutuo acuerdo de los dos factores en competición electoral, para ser sometida a consideración del resto de los afiliados en las asambleas.
Horas después, ya en la tarde del viernes, era conocida la suspensión de las asambleas por “razones de seguridad”.
Insistimos en señalar que desde hace seis (6) años en nuestro Instituto de previsión reina y campea la opacidad informativa. No hay explicación alguna, no hay palabra oficial. Solo un espeso silencio que sorprende y ofende.
Pero ese silencio, sépase, no apaga la conciencia crítica de muchos de los profesores. No borra la memoria de lucha en la que nos hemos formado. No detiene el clamor de quienes creemos en la autonomía, en la participación y en la verdad como faro paradigmático universitario. Es nuestra advertencia: El profesorado de la UC —activo y jubilado— no puede ni debe acostumbrarse a soportar la arbitrariedad venida de una personalidad que vaga en la deslegitimación por fracaso de gestión y en el miedo al costo de su salida.
IPAPEDI, y lo decimos sentida y firmemente, no puede ni debe ser propiedad de una persona ni de un grupo. Es y debe ser por siempre, el patrimonio social, moral y previsional del profesorado universitario UCista. Por eso, hoy más que nunca, urge romper el silencio ruidoso de algunos y exigir la convocatoria a consulta y rescatar el sentido democrático que está en la esencia del ser profesor universitario. Porque una institución sin transparencia se oscurece, y un ente sin democracia pierde su alma y razón de ser.
Profesor(a), la gráfica que hoy acompaña esta crónica tiene una variada significación simbólica. A saber:
El reloj: cuenta los días de democracia engañosamente suspendida en IPAPEDI, (10 y 10 días), lo que además se aprecia tachonado de oscuridad por una persona opaca, a quien es difícil comprender o conocer completamente debido a su falta de honestidad e integridad en sus relaciones interpersonales. El actual ilegítimo presidente, penosa y lamentablemente, posee ―tal vez― en su perfil psicológico un apreciable déficit de inteligencia emocional (bajo índice de inteligencias intrapersonal e interpersonal).
Sigamos: La luz que entra simboliza la verdad que insiste en suprimir la mentira y, entrar, con claridad ética, esa que aún, y por fortuna, aún no se apaga en los profesores de la UC. El libro abierto es la vocación universitaria y la inteligencia colectiva como antídoto contra la arbitrariedad y la desviada manía de no acatar las normas. Los rostros de fondo: el profesorado universitario unido en vigilia, ni derrotado ni resignado, porque sabe que si bien la actitud mental positiva no garantiza siempre el éxito, la actitud negativa sí garantiza el fracaso.
¡Vamos a por ello!