Habla un PRECURSOR

Habla un PRECURSOR

El Dr. Joaquín Alvarado Henríquez es un egregio y paradigmático miembro de nuestra Universidad de Carabobo. Él, desde joven, estuvo vinculado a las excepcionales generaciones de profesores a quienes debemos la edificación de su marco institucional, erigido sobre virtuosas bases académicas.

Joaquín Alvarado, hoy, a la edad de 89 años, es el único profesor superviviente del procero grupo fundador del Instituto de Previsión Social del Personal Docente y de Investigación, más conocido como IPAPEDI, instituido el 17 de marzo de 1961, por determinación y decisión de nuestro Consejo Universitario. Y cuyo magno propósito de entonces fue crear “un instituto que brindase protección social y fomentase el ahorro entre sus profesores miembros”.

Hoy también, y de manera mayoritaria, los profesores UCistas vivimos una acuciante emergencia humanitaria compleja (EHC). Una crisis a la que un importante número de docentes ha procurado dar respuesta, desde hace dos (2) años, con acerada motivación, y con la consiguiente disposición para luchar en aras de construir una respuesta integral, bajo el marco del concepto de la previsión y seguridad social, que nuestra UC debe ética y legalmente dar a sus profesores y respectivas familias.
Mantengo y sostengo que el éxito de nuestro propósito se fundamenta, ante todo, en que tengamos unas coordenadas de orientación y, a la par, una precisa idea en cuanto al punto de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos; en materia de atención social en nuestra casa de estudios. Con base en lo anterior, hemos querido conocer el parecer de alguien que ha sido precursor y partícipe de la creación y desarrollo de los servicios de protección social del profesor en nuestra Alma Mater. A la hora de pensar en quién, muchos estuvimos de acuerdo en que nadie mejor para ello que el maestro y profesor emérito Joaquín Alvarado Henríquez.

Así que lo invitamos a que con su propia voz nos explicitara cuál fue el espíritu, propósito y razón que motivó la creación del IPAPEDI, hace ya más de seis décadas. La pregunta dio margen a un agradable espacio dialógico, pues como bien lo saben quienes le conocen, el profesor Alvarado es hombre de palabra fácil, de afable trato y positiva predisposición actitudinal. A continuación transcribo para toda la comunidad universitaria, la conversación que sostuve con el respetado profesor Alvarado:

“Buenos días, agradezco al profesor Víctor Reyes Lanza, que se ha comunicado conmigo para que exprese mi opinión y parecer sobre la seguridad social y personal de los profesores universitarios. Soy de los que ve con mucha preocupación y angustia la actual situación del Instituto del Profesor Universitario, nuestro IPAPEDI, el cual tuvo su origen cuando nuestro querido y apreciado rector Humberto Giugni Maselli, que hoy no está entre nosotros, decidió formar o crear una Caja de Ahorros del personal docente y de investigación a los efectos de asistir, en lo posible, cuando el profesor tuviera una necesidad o cuando llegara a jubilarse”.

“Allí participamos trece (13) personas, de las cuales el único que sobrevive soy yo. Posteriormente, el mismo rector Dr. Humberto Giugni planteó la necesidad de extender los fines y propósitos de la Caja de Ahorros a otros estadíos o actividades, como fueron la de seguridad personal, médica, y que el profesor pudiera también adquirir su propia vivienda. Esto lo planteó en el Consejo Universitario a los efectos de crear el Instituto de Previsión Social del profesorado, al cual nosotros cariñosamente le pusimos y llamamos con el acrónimo IPAPEDI y, que en el pasado, fue un extraordinario refuerzo y alivio que tuvimos los profesores en muchísimos aspectos”.

“Por ello, personalmente, lamento la situación por la cual atraviesa el IPAPEDI y pido a los profesores tomar conciencia, porque el IPAPEDI es fundamental para nosotros”.
“En cuanto a la labor del IPAPEDI, debo ratificar que para nosotros ha sido fundamental, es el Instituto que permitió, entre otras cosas, que los jóvenes profesores universitarios pudiésemos adquirir una vivienda, que pudiésemos ir a un hospital o a una clínica, con la seguridad de que tendríamos un apoyo en el IPAPEDI”.

“Por eso era por lo que nosotros los profesores veíamos en el IPAPEDI una institución que generaba aprecio, porque generaba soluciones a los problemas que pudiéramos tener los profesores universitarios. En mi caso particular, mi primera casa la compré con la ayuda del IPAPEDI, el primer automóvil que tuve, lo compré con ayuda del IPAPEDI... Luego, es una institución que no puede dejar de funcionar, y que debe funcionar bien, que los profesores debemos defenderlo y, por lo tanto, debemos exigir a la actual junta directiva que deben convocar a elecciones en beneficio del profesor universitario”.


Como pueden apreciarse, las expresiones del Dr. Joaquín Alvarado son claras y contundentes, el Ipapedi fue concebido y funcionó como un modelo de institución de previsión social y durante mucho tiempo, en esa materia, fue como el ángel de la guarda de los docentes de la UC. Hoy, hay que decirlo con un sentimiento de pesar, henos aquí, ante un bache histórico producto de una naufragada gestión que ha conducido al instituto a un atraso en su misma concepción. Se ha llegado al descaro infame de decir que Ipapedi que nació como una caja de ahorro, pero que pronto tomó la forma de un instituto de previsión es simplemente una caja de ahorro, que funciona como una cuenta de ahorro en un banco. Si se tiene ahorro en la cuenta se puede retirar, si no tiene ahorro no puede retirar nada.

¡Por Dios! Con esta concepción se pretende olvidar y menoscabar su función de institución fundamental para la previsión social, tal como lo concibieran sus precursores y fundadores, quienes, en cumplimiento del mandato del artículo 114 de la Ley de Universidades, abordaron como misión la noble tarea de dar protección social al profesorado; para lo cual, hoy, se debe utilizar inteligente y responsablemente su enorme patrimonio, el que ha acumulado en 62 años de existencia, y no como lo está haciendo la actual directiva, que ha llegado a despilfarrar un millón de dólares en un negocio crematístico de bloque, cabilla y cemento que en nada responde a las apremiantes necesidades de un profesorado reducido a la pobreza y altamente vulnerable frente a las enfermedades.


Profesor(a), no vamos a descansar en nuestro empeño de recuperar a Ipapedi. Exijamos todos con firmeza, talante cívico y universitario respeto para 369 nuevos profesores ordinarios, quienes están siendo objeto de privación del derecho a inscribirse en nuestro instituto de previsión y ahorro.

¡En IPAPEDI, Elecciones YA!