IPAPEDI : Ayer, Hoy y Mañana
Ayer lo dije, hoy lo digo y mañana lo diré:
No hay en la UC ninguna inversión más rentable que la que se haga en procura de la seguridad social para su recurso humano.
El capital humano en general ‒y el profesoral en particular‒, es el protagonista principalísimo de la academia y una de las razones fundamentales de ser de nuestra Alma Mater, si queremos que sea productiva y que perdure en el tiempo.
En septiembre 2021 próximo pasado, IPAPEDI cumplió 60 años de fundado. Significa que es un instituto que tiene un ayer, vive su hoy y se proyecta hacia un mañana. Por consiguiente, es menester tener una orientación que sirva de perspectiva desde la que podamos derivar una expectativa.
Ayer, nuestro instituto de previsión y de ahorros gozaba de una amplia y muy buena reputación entre los docentes UCistas. IPAPEDI era la dependencia a la que acudíamos “ipaPEDÍ” porque teníamos haberes. En efecto, demandábamos financiación con garantía hipotecaria para la adquisición, ampliación y reparación de viviendas; empréstitos para compra de vehículos; seguro de prima fija para vehículos; retiro de haberes; préstamos personales y anticipos de sueldo o vales de caja. Todo ello en el marco de una gama de modalidades y facilidades crediticias. Además, en el ayer, IPAPEDI pagaba en marzo de cada año (estamos a final de marzo 2022) los dividendos derivados del rendimiento financiero con base en la cuantía de ahorros que cada quien tuviese como haberes. ¡Era un verdadero alegrón!
En diciembre, el mes de la navidad y, por consiguiente de la alegría y la esperanza, recibíamos una cesta de navidad o un jamón como obsequio de fin de año. Indudablemente que vivíamos bajo la sensación de estar cubiertos y amparados por un paraguas de previsión y protección social, muy a tono con el hondo calado de la misión a la que nos hemos consagrado.
Hoy, duele decirlo, lo antes expuesto constituye ante todo un triste y nostálgico recuerdo, ante la evidencia de que casi todo de lo que antes tuvimos lo hemos perdido, y como sabemos toda pérdida es un predisponente de la tristeza. Que no quede ninguna duda: lo que puede palparse en el estamento profesoral no es otra cosa que molestia y una profunda decepción ante la pérdida brutal de la calidad de vida de otros tiempos. Hoy nos sentimos golpeados por infames y oprobiosas circunstancias que nos han sido impuestas por un gobierno que ha agraviado, lastimado y ofendido a la universidad, incluso hasta acosados ‒y hay que decirlo sin ambages‒ por la posibilidad de llegar a no tener como satisfacer las necesidades alimentarias dado el nivel miserable de los sueldos devengados.
La tristeza se apoderó del sentipensamiento de los profesores. La colectiva actitud mental positiva de otros tiempos ha venido disminuyendo y es hasta de temer que estemos cerca de un punto de inflexión en el que nos engolfemos en una colectiva actitud mental negativa. Es tiempo de demostrar que la diferencia entre lo que dice y lo que se es, es lo que se hace.
Entre nosotros los profesores, el pensamiento crítico; es decir, el pensamiento basado en evidencias y hechos resulta consustancial con nuestra misión. Así, entonces, pudieramos hacer la siguiente pregunta:
¿Nuestra relación particular y personal con el IPAPEDI de hoy es mejor que la que tuvimos con el IPAPEDI de ayer?
La respuesta según mi parecer, estaría sometida a la “atención a lo personal” de cada quien, a su particular circunstancia “intuitu personae”.
De IPAPEDI hablamos porque visionamos su mañana. Ese mañana de IPAPEDI dependerá mucho de nuestra predisposición actitudinal. El mañana es tiempo de porvenir que reta, desafía y convoca a las mejores voluntades y capacidades. El mañana es para usar el pensamiento prospectivo y una visión de futuro. El desafío es decidir entre la inactividad, la reactividad o la proactvidad que son las opciones. En lo personal, y lo saben quienes conocen de mis desempeños, opto abiertamente por la proactividad lo cual significa que apuesto por decidir con responsabilidad y actitud propositiva.
A los profesores digo, que la tristeza de hoy la debemos convertir en esperanza y fuerza motivadora. Lo medular de la misión de IPAPEDI es el vértice que aparece cuando convergen lo atinente a la previsión social y lo relativo al ahorro. Los ahorros se deben utilizar para invertir y crear riqueza y no para crear pasivos. Ayer era “ipaPEDÍ” porque teníamos haberes, hoy es “ipaPAGÁ” porque lo que tenemos es deuda que no hemos convenido y menos autorizado.
El pulmón financiero de IPAPEDI se debe utilizar para invertir en función de restablecer la seguridad social. Sabemos como hacerlo y sin excusas.
Profesor(a), mi propuesta es precisa y concisa. Ayer, en la oportunidad en la que fui vicerrector administrativo de UC (2004-2008), propuse e impulsé la idea de la sinergia financiera entre Ipapedi y Fopediuc. Se otorgaron conjuntamente 250 créditos hipotecarios a 250 profesores para adquisición de viviendas.
Si ayer quisimos, supimos y pudimos imponer la sinergia, mañana lo debemos reeditar y relanzar. Estamos obligados. No es quimera, es cuestión de creer que el mañana de IPAPEDI consiste en hacerlo emerger y que, efectivamente, sea un instituto de previsión y protección social en el que la solidaridad no se predique sino que se practique.
Tenemos que ser racionalmente competitivos y sentimentalmente comprensivos.
Mañana es tiempo de encontrarnos de frente con la verdad. El mañana, que ya es hoy, nos exige responsabilidad compartida.
En tal sentido, formalmente, mi proposición consiste en hacer converger en materia de inversión social ‒focalizando en la salud‒ los pulmones financieros de Ipapedi y Fopediuc para reflotar el UAMI.
UAMI debe volver a funcionar 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año, como centro dispensador de medicina preventiva y atención primaria con alcance secundario especializado, que podríamos escalar hasta el nivel quirúrgico ambulatorio si usamos debida y decididamente nuestro capital relacional.
Relanzar UAMI impacta positivamente nuestro patrimonio de atención médica y no afecta la cobertura de la póliza de aseguramiento como ocurre actualmente cuando usamos centros privados. Vale decir, el profesor o un familiar podrá acudir a UAMI en cualquier circunstancia, momento y oportunidad sin agotar cobertura. Eso es seguridad social sostenible. En tal sentido es bienvenido cualquier apoyo, cualquier iniciativa y cualquier esfuerzo, que se traduzca de manera oportuna y eficaz en el supravalor de preservar la vida de los profesores y sus familiares y esto no admite excusas.