¿“Orgullo” de un desvarío y extravío?

¿“Orgullo” de un desvarío y extravío?

Hoy domingo, 15 de junio de 2025, se cumplen tres (3) años de la histriónica puesta en escena de un espejismo en la que el ilegítimo presidente de IPAPEDI, encaramado en el techo de la hoy abandonada mole de bloque, cabilla y cemento nos anunciara, mediante un video copiosamente difundido, la “visita de supervisión y control social” en compañía, según dijera, de las Dras. Ani Evies y Bethis Guillén, vicepresidenta y tesorera del Instituto, con miras al finiquito del Proyecto Recreacional Chichiriviche, en el municipio Silva del estado Falcón.

Una obra de 54 habitaciones, que entonces llenaba de “orgullo al equipo de IPAPEDI”, en medio de una contracción del 99 % del sector construcción del país―lo que para un constructor hubiese sido una señal de riesgo muy alto―; pero que en este caso, decía el mayor responsable de este desastre, debía ser igualmente motivo de orgullo del estamento profesoral UCista, porque con esa obra se garantizaban y resguardaban los ahorros de todos los profesores.

Sí, hoy domingo, en medio de la más grande impunidad, ante la enorme pérdida causada, que se estima en un millón de dólares, se cumplen exactamente los tres (3) años de haber sido avisado, en tono altisonante y propagandístico, el principio de lo que sería prontamente el final de la obra. Pues se anunciaba el inmediato acabado de frisos, y la instalación de cocinas y baños, lo cual era de esperarse ―así, se nos hacía creer― , gracias a una supuesta reingeniería financiera, de la que tampoco sabemos nada. La obra estaría, así se proclamó, prontamente terminada y dispuesta para “el goce y disfrute de los profesores y sus familiares”.

Una obra, y lo decimos con tristeza, que no debió intentarse hacer nunca, pues, en todo caso, se trataba del desvío de una enorme y muy significativa cantidad dineraria, sustraída a la función más importante establecida en el artículo 3 del Estatuto de IPAPEDI, y que es la razón de ser del Instituto de Previsión Social:

“Establecer, fomentar y desarrollar planes colectivos de previsión social y de servicio para beneficio de sus asociados”.

Pero la realidad —pura y dura, implacable y cruda— ha desmentido con contundencia aquella narrativa de humo y espejismo. Hoy, tres años después, no hay orgullo, no hay obra, ni están resguardados ni garantizados los ahorros. Solo queda, como un mal y triste recuerdo, el óxido generado por la patología estructural que acabará con la estructura del edificio. Abandono y pérdida de un millón de dólares; esos, sí, producto de los ahorros de toda una vida del estamento profesoral. La estructura, maquillada con pura mampostería exterior, sin protección y a merced del corrosivo salitre del litoral falconiano, no solo se desmorona en lo físico, sino que se convierte en un símbolo palpable del desvarío y extravío gerencial contrapuesto al interés de los auténticos y genuinos dueños de esos fondos: los profesores. Allí, donde se prometía esparcimiento y bienestar,“goce y disfrute”, lo que se observa es el aborrecible fracaso de una engañosa promesa.

Un millón de dólares, de los ahorros de toda una vida de los 3300 asociados, que debieron haber llevado salud y más protección, yacen entre cabillas corroídas y columnas enfermas de patología estructural. Sí, hoy recordamos, pero con melancolía y tristeza, no una anécdota o un simple caso, sino el resultado de una inepta e irresponsable gerencia. Una tragedia institucional con rostro humano, cuyas graves consecuencias recaen en quienes confiaron, aportaron y esperaron recibir seguridad social y dignidad en su retiro. Así que lo que se anunció como “orgullo” es hoy una metáfora de la desidia, la improvisación, y quizás algo peor: de un desfalco impune. Ya veremos.

Este 15 de junio no debe pasar en silencio. Tres (3) años después, urge redoblar nuestra acerada disposición de rescatar nuestro instituto de previsión social, habida consideración de que, visto lo visto, en Chichiriviche se tomó una decisión equivocada en el momento equivocado. Urge activar, en consecuencia, los mecanismos estatutarios y legales, para evitar que este anhelo quede sepultado como la mole de bloque, cabilla y cemento.

Profesor(a), que no se diga que no vimos, que no supimos, que no hablamos y que no escribimos. Que no se diga que los profesores callamos ante la mentira manipuladora y burla irrespetuosa. Que no se diga que silentes permitimos que el salitre del litoral falconiano borrara la memoria, la verdad y la justicia. Nuestra lucha sigue enfocada en la defensa de la dignidad y del patrimonio de todos los profesores UCistas; motivo por el cual, simultáneamente, hemos denunciado el espejismo de Chichiriviche y, más recientemente, desenmascarado la farsa del portafolio de Inversión, que no es otra cosa sino una fantasía bursátil. Fantasía, según la cual, los profesores UCistas somos los únicos profesores universitarios de Venezuela, que ganando 8$ mensuales somos “inversionistas y accionistas” en la Bolsa de Valores de Caracas, como consecuencia de la “reingeniería financiera” hecha por los ilegítimos Consejos de Administración y Vigilancia.

¡En IPAPEDI, Asamblea General y Elecciones YA!