Poder medalaganario

Poder medalaganario

El día que en IPAPEDI la voluntad se vistió de capricho maledicente, surgió el poder medalaganario (de me-da-la-gana). Fue el pasado viernes 26 de septiembre, y pasará a la historia ―en todo caso, a una historia― como el día que la voluntad se travistió de capricho. En efecto, recuérdese, porque hoy domingo se cumplen diecisiete (17) días, de que a escasas 48 horas de dar cumplimiento al inicio de las asambleas parciales de asociados al Instituto de Previsión y Ahorro de los Profesores de la Universidad de Carabobo, al propósito de elegir su respectiva Comisión Electoral, el actual presidente, cuya legitimidad expiró hace ya casi cuatro años, decidió por su cuenta, sin ningún otro fundamento, “posponer”, en verdad, suspender el referido proceso eleccionario.

Lo hizo invocando “razones de seguridad”, un mal pretexto, y tan ficticio como la transparencia que suele atribuir a su gestión, el taimado personaje. A partir de ese día, sin embargo, espesó la opacidad informativa. Hasta hacerse alarmante. Las y los profesores UCistas acostumbrados por oficio a la disertación, la rendición de cuentas y al ejercicio del pensamiento crítico se han visto de pronto arrojados al silencio forzado que impone el poder cuando se desconecta de su entramado ético. El despropósito de negar la alternabilidad democrática, impidiendo un proceso electoral que, como sabemos, debió llevarse a cabo hace casi cuatro (4) años, tiene ―así he llegado a pensarlo― la maliciosa intención de propiciar el quiebre de la correcta convivencia universitaria.

El ilegítimo presidente de IPAPEDI, quizá, con sus disparatadas y abusivas acciones solo busque incitar a la violencia. Tal vez pensando que con ello el costo de su salida sería menor, y mejor si ocurriere una intervención oficial, en cambio de afrontar junto con sus privilegiados y algún aliado, la que pudiera ser la enorme derrota electoral y rechazo, nunca jamás habida en los anales electorales de la UC. Pero se equivoca, ni de lejos habrá violencia. Pues se está tratando con profesores UCistas de una probada y ecléctica honorabilidad ciudadana.

Lo que observamos hoy en IPAPEDI, colegas amigos, no es una simple irregularidad administrativa. Es la grosera manifestación de un me-da-la-ganismo-institucional, que como un virus carcome el espíritu mutualista. Lo que ocurre cuando se olvida que la autoridad es para el servicio al otro, y no para lucrarse como si fuese un trono.

Profesor(a), por esencia y principios, estás llamado(a) a pensar, cuestionar y actuar. Porque cuando quien dirige una institución como IPAPEDI, actúa como si el poder fuera un patrimonio personal, nos encontramos ante una crisis moral que invoca y convoca a nuestra resuelta y decidida participación. En esta hora aciaga y sombría, los docentes universitarios estamos siendo puestos a prueba: ¿Somos capaces de defender el valor de la verdad y la ética de ser profesor? O permitiremos que se nos juzgue como cómplices silentes de haber dejado perder nuestro instituto de previsión y ahorro?

La grafica que acompaña la crónica de hoy es la balanza torcida. Una balanza universitaria (símbolo de justicia y equidad), pero inclinada por una mano autoritaria que hace lo que le da la gana. Educar también es oponerse al abuso, y nada educa tanto como el buen ejemplo, la perseverancia y el coraje cívico. Porque cuando la voluntad se viste de capricho, el deber de los docentes es desnudar la impostura con la verdad.

¡Vamos a por ello!

¡En IPAPEDI, Elecciones YA!