Quimera Bursátil

Quimera Bursátil

En el curso de la semana que recién finalizó pudimos conocer que el actual e ilegítimo presidente de IPAPEDI, en un llamado “Encuentro Académico”, fue el autor de la siguiente afirmación:

“La inversión no es una opción, es una obligación”.

Frase hueca, como se verá. Antes de su consideración, debo señalar algo con carácter previo. Uno de los rasgos que debe caracterizar a un profesor universitario es su capacidad para hacer uso del pensamiento crítico. En virtud de ello, dedicaré esta crónica a conjugar pensamiento reflexivo, lógico y constructivo. Lo haré, partiendo del inoportuno y engañoso planteamiento, según el cual –lo dijo uno de los privilegiados de Ipapedi–, “los profesores de la UC debemos aprovechar la revolucionaria y heroica iniciativa de ser los únicos profesores universitarios de Venezuela, accionistas e inversionistas en el ámbito del Mercado de Valores”.

De seguidas, explano mis razones por las que, dejaré sin duda, que estamos ante una engañosa Quimera Bursátil. A saber:

1. Argumento matemático.

El consumo de un profesor es una función críticamente correlacionada con su ingreso. Por su parte el ahorro de un docente universitario, guarda una relación funcional con el valor del dinero, que es, en definitiva, el rendimiento que puede tener su ingreso dinerario.

Me explicaba el respetado profesor Dr. Wilfredo Camacaro, coordinador del doctorado de Ciencias Económicas y Sociales de la UC, que, si la tasa de interés con la que se remunera el dinero es alta, y, en consecuencia, atractiva, esto podría propender a la disminución del nivel de consumo para destinarlo al ahorro. No obstante, en el caso de los profesores UCistas, su sueldo sencillamente se pulverizó y su capacidad de ahorro se extinguió. Por puras razones de sobrevivencia, todo o casi todo lo del insignificante sueldo lo destina al consumo, tratando con ello de satisfacer, mal que bien, algunas de sus varias necesidades básicas.

No habiendo ganancia alguna, cómo se puede pensar en meterse en una negociación con las empresas MercoSur y Bolsa de Valores de Caracas, si ha de tomarse en cuenta que el escaso dinero que se recibe está de antemano comprometido, además de la alimentación, con los gastos en salud, por ser el supravalor de la vida. Esto que es lógico es, por otra parte, real como una roca acerada.

En otras palabras: el escuálido ingreso de los docentes está hipotecado, y el bien que responde por la metafórica hipoteca es su propia vida, en este caso nada metafórica. Léase y entiéndase, que una decisión equivocada (como sería no atender el gasto en alimentos y salud) pudiera tener como coste de oportunidad para el infortunado y desatinado profesor del ejemplo, su vida misma. Lo cual es lógico y pudiera ser real a la vez.

2. Fundamento económico.

La Ciencia Económica es clara. El ahorro está referido al excedente que queda después de descontar al ingreso lo relativo al consumo. El ahorro no es, pues, un acto o compostura moral (“obligación”), como lo quiere presentar, en la frase aludida al comienzo, el nuevo pichón de tratadista que se nos ha anunciado. Es, ante todo, un acto económico, el que solo es posible si hay excedente una vez cubiertos los gastos atinentes a las necesidades fundamentales.

Insistimos: En la situación de un profesorado depauperado, sin salario social y con paga insuficiente, no existe excedente alguno. En su lugar, lo que hay es déficit, porque el docente debe recurrir a estrategias de supervivencia (pluriempleo, remesas, trueque, impagos, etc.).

3. La inversión requiere capital.

Para ser “accionista e inversionista” en términos reales, se necesita un capital mínimo que pueda asumir riesgos sin comprometer la subsistencia. Vale decir, el dinero que va a la inversión debe ser, si se quiere, ocioso. Pretender que el profesorado “invierta” teniendo como base, un sueldo de $4 mensuales, que no cubre ni siquiera su canasta alimentaria, es una pretensión financieramente inviable y, mental y socialmente, fuera de foco.

Profesor(a), reflexiono para comprender el desvarío y extravío de quien está al frente del negado instituto de previsión y ahorro. Razono para diseñar y estructurar auténticas propuestas de solución, y procuro construir un andamiaje sinérgico que habrá de ser con las mejores voluntades y capacidades, de modo de hacer posible que la transformación de IPAPEDI, Dios mediante, sea muy prontamente una realidad. La inversión en la Bolsa de Valores de Caracas requiere un capital que provenga de un auténtico ahorro, suficiente y apreciable. El ahorro, a su vez, solo es posible si existe un excedente ocioso tras haber cubierto un marco de necesidades básicas.

Con un salario de $4 al mes, el profesorado no cuenta con ese excedente; por el contrario, enfrenta un déficit crónico creciente y asfixiante. Se estima, según tendencia, que antes de diciembre del año en curso nuestro sueldo pudiera ser de $0. En estas condiciones, hablar de que nosotros los profesores UCistas somos accionistas e inversionistas es una Quimera Bursátil, que pretende manipular el estado de necesidad colectivo que nos embarga.

El flyer que acompaña la crónica de hoy es una prueba incontrovertible de intento de manipulación para engañar. Que pena. Antes de que IPAPEDI invite a la inversión, nuestra caja de ahorro previsional debe ser rescatada con determinación propositiva en procura de cambiar y transformar la realidad en la que nos engolfó la patente irresponsabilidad de la ilegítima y actual gestión.

¡En IPAPEDI, Elecciones YA!