Respuesta y Propuesta
Los dimes y diretes, llenos de maledicencia y descalificaciones, ha sido el recurso con el que algunos, afortunadamente pocos, han pretendido enlodar el esfuerzo que hacemos al exponer y discutir un asunto de por sí, trascendente y de incuestionable relevancia, como es el referido a la previsión y seguridad social de los profesores UCistas.
Da la impresión de que la falta de propuestas y de soluciones concretas, por parte de quienes debieran tenerlas, pretende esta vez encubrirse con faltas de respeto y señalamientos soeces que, más que otra cosa, retratan las interioridades espirituales de quienes las pronuncian.
Por mi parte, por razones de respeto y estima al profesorado al que tanto importa el tema de la previsión y seguridad social, mi respuesta es propositiva y disruptiva, esto en tanto nos proponemos fracturar el estado de falta de ideas e innovaciones, a fin de que sea sometida, con la mayor amplitud, a la consideración de los profesores activos y jubilados.
Hablamos, en primer término, de poner en sinergia los pulmones financieros de Ipapedi y Fopediuc. Un componente de orden interno que debe adosarse a otro, considerado externo, resultante de la firme determinacíón de emplear el capital humano profesional de las Facultades cuyas Escuelas y programas de postgrado están orientados a formar profesionales de la salud.
Me explico:
Antes, les diría que estamos demandados a sinergizar las fuentes de recursos financieros internos, cosa que además podemos, con la potencialidad derivada del grupo de los profesionales sanitarios al servicio de la UC.
Es menester que con IPAPEDI y FOPEDIUC conformemos un “ecosistema de financiación”, de modo que nuestro UAMI pueda llegar a ser el núcleo de un verdadero “ecosistema sanitario” de la Universidad de Carabobo.
Como se sabe, la UC cuenta con una Facultad de Ciencias de la Salud (FCS) en cuyo seno están las escuelas de Medicina, Enfermería y Bioanálisis; y contamos, además, con una Facultad de Odontología (FO). Sépase también que la FCS tiene una importante oferta de estudios de postgrado, digna del mayor reconocimiento. Por ejemplo, uno de sus varios programas es el postgrado de Cirugía. Me pregunto a veces, ¿y por qué en UAMI no operamos ni una uña?
Debo dejar en claro que la pregunta me la formulo no impulsado por el deseo de criticar, lo hago más por un ejercicio de pensamiento crítico para poner de relieve y dejar ver nuestras fortalezas y potencialidades internas. Cuando invoco y convoco a las mejores voluntades y capacidades de la universidad, lo hago siempre pensando en la corresponsabilidad.
La participación colectiva es lo único que puede generar el compromiso de todos.
El UAMI debería ser, denme la licencia de expresar mi parecer, una extensión clínica del postgrado de cirugía. ¿Cuántos de nuestros médicos recién graduados podrían cumplir con el requerimiento del artículo 8 de la ley del ejercicio de la medicina y ser residentes en UAMI?
Por otra parte, ¿acaso no podrían nuestros estudiantes del último año de enfermería y bioanálisis hacer sus pasantías y el servicio comunitario en el UAMI?
Insisto: ¿y no podríamos hacer del UAMI un banco de tesis de grado y proyectos de investigación para estudiantes y profesores? Y con la Facultad de Odontología, ¿quien dice que no podríamos crear en franca sinergia un ambicioso programa de salud bucal para toda la comunidad universitaria?
Profesor(a), apreciados colegas, mi anhelo personal es hacernos protagonistas en este asunto tan esencial y crucial para todos los universitarios. En efecto, aspiro y espero que en esta materia considerada como un asunto medular para la comunidad UCista, haya la mayor participación a objeto de generar la necesaria unión que nos acerque al logro y acierto.
Tengo consciencia de que se requiere, hoy más que nunca, de un “ecosistema financiero”, que sea el andamiaje que soporte un emprendimiento disruptivo como el que propongo que adelantemos en el seno de nuestra Alma Mater.
Pero, como ya se explicó, junto a lo antes dicho, se impone igualmente el uso del capital humano relacional de la UC, pues es el otro elemento clave para el logro efectivo de todo propósito asistencial.
La Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) demanda determinación y audacia y, en consecuencia, una gerencia de contundencia: eficaz y efectiva.
Estoy convencido de que el 85% de las enfermedades de los universitarios las podemos atender por la vía de la atención primaria; el 10% por medio de la atención secundaria especializada, con lo cual solo el 5% nos quedaría bajo el dominio de la hospitalización y cirugía.
Así, entonces: ¿cómo podemos explicar que el 100% de nuestra precaria capacidad financiera la destinemos a financiar una póliza de Hospitalización y Cirugía (HC)?
Pareciera que tenemos la prioridad invertida. Es decir, estamos inyectando más recursos a lo que tiene menos probabilidad de ocurrir, al tiempo que destinamos menos a lo que es mucho, mucho más probable de que acontezca.
El contexto de nuestra vulnerable realidad nos impone la interdependencia, la mutua ayuda, razón por la que anhelo que mi proposición, con la suma de sus voluntades, se convierta en nuestra propuesta. A tal efecto, sería imperioso un plan que le otorgara direccionalidad y un equipo que lo complementara y sustentara. ¡Para allá vamos!