Sembrar el EPA es cosechar dignidad


En el estamento profesoral de nuestra Universidad de Carabobo uno percibe un aire fresco de resiliencia y esperanza. Da gusto saber que somos profesores que, en medio de la precariedad y de un sueldo mísero –solo una paga insuficiente para cubrir lo más básico–, seguimos en pie, dando nuestras clases, investigando, orientando y formando a nuestros estudiantes, gracias a que sentimos que nuestro deber, y Alma Mater, son objetos morales de mayor peso que la crisis que nos abruma.
Por contraste, nuestra circunstancia es ruda y dura; como una Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) ha sido calificada. Que no pocas veces empuja al debilitamiento de nuestras fuerzas y a sustraernos el sosiego necesario; pero también es cierto que nuestra misión; invoca, convoca y desafía nuestra inteligencia y creatividad. Que es en definitiva la bujía motivadora que nos predispone y mueve a no rendirnos, y a seguir adelante.
De este fundamento nació una propuesta que no es solo un empeño que apunta únicamente a lo económico, sino un grito de dignidad: el Ecosistema Productivo Académico (EPA). La idea es motivante y, por consiguiente, poderosa: transformar nuestros conocimientos en un sustento productivo.
Convertir las Cátedras UCistas en semillas de productividad y que IPAPEDI sea el aliado que, con su pulmón financiero, coadyuve para hacerlo posible.
Imaginemos por un momento, que cada profesor tenga la posibilidad y oportunidad de escribir un libro en el área de su conocimiento, el de su cátedra, y alineado a sus líneas de investigación. Y que ese libro, en lugar de quedar guardado y empotrado, pueda ser, por ejemplo, mercadeado por FILUC y vendido a través de Amazon, alcanzando, así, lectores en otras partes del mundo. Permitiendo que la sapiencia de nuestras aulas cruce fronteras y, al mismo tiempo, le proporcione a su autor un ingreso dinerario digno.
Esto no es solo crematístico. Es también disruptivo e importante. Significa recuperar el valor de nuestra profesión, el poder volver a sentir que nuestros conocimientos tienen valor, y que lo que enseñamos puede sostenerse y sostenernos. Constituye, no menos, un acto de resiliencia y perseverancia creativa, de confianza y fe en nosotros mismos y en la fuerza colectiva que nos une como estructura académica: nuestra querida universidad.
Profesor(a), el EPA es, en esencia, una propuesta sinérgica de ensamblaje de esfuerzos para hacernos fuertes y apoyarnos mutuamente. En la gráfica que acompaña la presente entrega, la pieza en cada uno de los cuadrantes tiene un simbolismo. A saber: libro, salud, ingreso y universidad. El mensaje que intento transmitir es claro: ”Si nos unimos en franca sinergia, construiremos nuestro propio destino”.
Mantengo y sostengo que aún es posible, para nosotros, la monetización del conocimiento y, por lo tanto, el posible retorno a una mayor dignidad del estamento profesoral UCista. Y quisiera hacer saber que, si algo nos ha enseñado esta crisis, es que la universidad no sucumbe, y si no declina es porque nosotros, sus profesores, tampoco. Las mejores voluntades y capacidades debemos integrarnos inteligentemente para no desintegrarnos irresponsablemente.
¡Vamos a por ello!