Temor y temblor

Temor y temblor

El pasado miércoles 26-11-2025 culminaron las once (11) asambleas del IPAPEDI. Encuentros convocados para un propósito sencillo y estrictamente institucional: elegir la Comisión Electoral y las correspondientes subcomisiones que, en el espacio universitario, habrán de ocuparse de organizar los comicios para la renovación de autoridades del ahora nominal Instituto de previsión social del profesorado. Allí estuvimos, activos y jubilados, reafirmando una convicción democrática, que subsiste aún en la mengua de la autonomía y del compromiso ético que debe caracterizar a todo el tejido institucional universitario.

Seiscientos (600) profesores, casi por unanimidad, respaldaron una sola propuesta: la de los cinco (5) nombres para la Comisión Electoral, encabezada por el exrector magnífico Gustavo Hidalgo Vitale e integrada por respetados(as) profesores(as) en cuanto a sus virtudes de ecuanimidad y justicia; y los cinco (5) nombres de cada una de las subcomisiones, conforme al buen criterio de los asambleístas, pues se trata de docentes, que son sus compañeros de trabajo y pasillo. Esa cuasi unanimidad, en cuanto a la Comisión Electoral, no nació del azar. Nació de una unísona y, si se prefiere, de una arraigada y acerada convicción: de que el IPAPEDI debe ser rescatado y devuelto a sus legítimos dueños: los profesores asociados, a quienes debe servir.

Sin embargo, a escasos tres (3) días de finalizadas las asambleas, el actual e ilegítimo presidente —con casi cuatro (4) años de excedido en su período, y con asuntos pendientes como la explicación de los malogros del Complejo Recreacional Chichiriviche y la Fantasía Bursátil de Inversiones en la Bolsa de Valores de Caracas—; se ha puesto en el rol de objetar lo actuado, todo tras haber concluido el proceso, señalando incluso, nombres e irregularidades por doquier.

Vamos a estar claros. Ni la Ley ni el Estatuto le dan a él competencias de alzada electoral. Él, debe remitir las actas y sus resultados, junto con las observaciones que juzgue pertinentes, al órgano rector, la Superintendencia de Cajas de Ahorro (SUDECA). Ese es su derecho, y no como lo ha hecho hasta ahora, exhibiéndose como si él fuera el guía del proceso, llegando a calificar hasta de no ético el comportamiento electoral de algunos de sus colegas profesores, sin que medie algún proceso, con derecho a la defensa, que sea el que establezca responsabilidades. En su imaginario mundo mental autoritario, no hay más que él, para hacer y deshacer. Vaya Ud. a saber.

Pero es el resultado de las asambleas lo que le genera temor y temblor. En efecto, el temor lo siente al sentirse ayuno de apoyo profesoral. Es el temor de afrontar el alto nivel de deslegitimación que hoy ostenta. Su lenguaje corporal y gestual —el ventilador de sus manos— es un teatro mímico del temor puro y duro. Y con razón: se lo produce la contundencia con la cual actuaron las once asambleas que, sin estridencias, hablaron con una unísona voz, en la búsqueda electoral de un cambio a su gestión. Pero también, junto al temor se aprecia el temblor.

El que produce el indice uno (1) de probabilidad de salida. El temblor que nace de saberse y sentirse solo. El temblor que despierta y sacude el presagio del alto costo ético, político o cualquier otro críticamente relacionado con su desvariada y extraviada gestión. No obstante, si en el susodicho hay temor y temblor, en nosotros lo que hay es determinación y perseverancia. Lo que vimos en estas once asambleas fue el renacer de un espíritu universitario que a veces algunos creían muerto, pero que está vivo: esa mezcla de firmeza, respeto, razonamiento colectivo y convicción ética.

Profesor(a), esta crónica es un llamado de alerta. Un llamado sereno, pero firme. Un llamado universitario, pero profundamente humano. Un llamado a no detenernos. Ya dimos once pasos. Once asambleas.

Once manifestaciones de voluntad. Once testimonios de que la institución está viva y quiere recuperar su rumbo. Ahora falta el paso definitivo: proteger lo logrado y avanzar hacia las elecciones que IPAPEDI merece. Que no nos detenga el ruido de última hora.

Que no nos confunda el temor ajeno. Que no nos paralice el temblor de quien sabe que se encontró de frente con la verdad y que está atrapado y sin salida.

¡Vamos a por ello!

En IPAPEDI, Elecciones YA