Testimonio de una pena
La crónica de hoy domingo la dedico para dar a conocer un testimonio que me hizo llegar un respetado y distinguido profesor de nuestra UC. Cuando leí su relato, lo escuché mirando, pero también imaginé su expresión gestual. Sentí no solamente lo dicho, sino cómo lo diría...
“Buenas tardes apreciado y respetado Víctor.
Hoy terminé el tratamiento de quimio y radioterapia.
Muy duro pero en buen camino, gracias a Dios.
Te envío el siguiente comentario que toca a los seguros y las clínicas. Un desafuero. Puedes comentarlo y publicarlo, como testimonio de un profesor. Un profesor cualquiera. Anónimo.
Es importante, toca la vida en la emergencia.
Un abrazo”.
“Paso a contarte algo que me parece sumamente grave en lo que toca a la protección de los seguros que pagamos con el más grande sacrificio en cuotas exhorbitantes para un profesor universitario que gana 15 $. Voy al grano. Se trata de la atención de primeros auxilios, emergencia, en una clínica, clínica asociada al seguro.
Es tal que fui a una de estas clínicas, una noche, a que me pusieran una inyección. Llevando yo el remedio y la inyectadora, tuve que firmar, PREVIAMENTE, recibos, planillas, comparecer en oficinas, y pagar 30 $, constantes y sonantes.
Le dije que tenía un seguro de la universidad para esa clínica. No sirvió de nada. Una emergencia no se puede prever y nos puede sorprender con los bolsillos vacíos... y entonces?
Vi allí en la tal clínica un papel pegado en la pared que dice: aquí hay que pagar todo, atención, remedios, etc. ¿Qué contraprestación dan las clínicas en esto cuando son nuestros seguros las que la mantienen en pie?
¿Qué es un seguro entonces si de nada sirve que nos identifiquemos como asegurados?
Esto involucra a los organismos que nos relacionan con los seguros.
Esto hay que consultarlo, denunciarlo y reclamarlo.
Es otro escollo en el duro camino de nuestra sobrevivencia”.
El relato anterior no es un caso aislado en el estamento profesoral UCista. La frecuencia de ocurrencia aumenta y con ella la vulnerabilidad de los profesores ante las enfermedades. No obstante, es sorprendente que frente a una calamidad existencial tan triste y dolorosa como la relatada, la respuesta del ilegítimo presidente de IPAPEDI (tiene dos (2) años con periodo vencido) sea el extravío y desvarío de hacer inversiones en el mercado de capitales, vía la Bolsa de Valores Caracas. Invertir en seguridad social con énfasis en salud que es el supravalor de la vida es la decisión seria y responsable que aspiramos y merecemos los profesores en esta hora aciaga.