Una confesión

Una confesión

En el derecho hay una breve sentencia que se ha adoptado y aceptado como un axioma jurídico, y reza como sigue: A confesión de parte, relevo de pruebas. El apotegma anterior es una expresión que se suele usar en el estamento judicial para señalar que, cuando alguien confiesa, reconoce y admite su culpa en un determinado hecho ilícito, no es necesario buscar pruebas, pues basta con su propia confesión. Así entendido, más como un adagio que un tecnicismo jurídico, el referido precepto se podría aplicar a otros contextos más propios de la cotidiana vivencia humana.
A la presente crónica la titulo: IPAPEDI: UNA CONFESIÓN. Entrega esta en la que hago pública una revelación de un profesor UCista, en la que se expone la decepción y dolorosa frustración que lo embarga producto de su experiencia personal con la actual administración de Ipapedi. La confesión, como se verá, constituye un elocuente testimonio que, inequívocamente, envía una señal de alarma y activa el alerta necesario sobre la confiscación generalizada que, en materia de previsión y seguridad social, les ha sido inhumanamente impuesta a los profesores afiliados.
Seguidamente, copio el texto transcripto de un mensaje de voz enviado por Aldo Reyes, profesor agregado activo y a dedicación exclusiva del Departamento de Matemáticas de FaCyT:
−Hola Víctor, ¿Cómo estás? Te habla Aldo, verdad que me alegra mucho, de verdad, que tú estés considerando lanzarte a la presidencia del IPAPEDI. Yo creo que ya hemos hablado de este tema, del IPAPEDI, y yo considero que el robo, el desfalco que se nos ha hecho a nosotros, los profesores, es enorme.
Tras una breve pausa, Aldo agrega: “En mi caso personal, para que tengas una idea, bueno, que es la idea que debes tener tú, de lo que he estado depositando. Cuando me inscribí en el IPAPEDI, yo pedí que me descontaran el 15% mensual de mi sueldo, en un tiempo en que uno ganaba 1000$ mensuales. Y estuve depositando en el IPAPEDI, sin contar el aporte que hacía la universidad, eso, que son, si uno considera que gana dieciocho sueldos al año, anda por encima de los 30 mil dólares, el dinero que yo entregué a IPAPEDI. Dinero que, cuando ahora voy a pedir un préstamo a IPAPEDI, me dicen que me pueden prestar ¡noventa bolívares!”
−¿¡Noventa bolívares es el préstamo que puedo pedir yo!? Siendo que durante mucho tiempo estuve entregando esa cantidad a IPAPEDI. Ahora, Víctor, tengo dos opciones:
O me retiro de IPAPEDI para que no me sigan quitando o me quedo y sigo perdiendo plata.
Y a modo de conclusión, Aldo, me confía: “Entonces, creo que hay que hacer algo y me gusta que haya alguien como tú, con toda la confianza que uno puede tener en ti, que estés considerando eso. Entonces yo creo que, por supuesto, cuentas con todo mi respaldo. No hace falta que me llames ni me digas nada, nos conocemos, tú sabes quién soy yo, yo sé quién eres tú y, con toda confianza, si necesitas que reparta volantes o que hable con mis compañeros en el departamento de Matemáticas, por supuesto que yo estoy dispuesto a eso”.
−¡Gracias Víctor, por llamarme!
La confesión de nuestro colega Aldo Reyes, es ciertamente conmovedora. Se plantea dos opciones: o se retira de Ipapedi para que no le sigan quitando o se queda y sigue perdiendo plata.
Si se retira perdería el derecho al 10% de aporte de la UC y, si no se retira, sus ahorros (15%+10%) se los invisibilizan o se los traga la mole elefantiásica de bloque, cabilla y cemento de Chichiriviche.
Profesor(a), henos aquí en este penoso, angustiante y generalizado drama existencial como consecuencia de un continuismo personalista en Ipapedi.
En Ipapedi tenemos dos caminos: el continuismo o el cambio.
¡Vamos por el cambio!
¡Sabemos cómo hacerlo y sin excusas!
Elecciones YA
09-10-2022