61 años después.
Un día miércoles 6 de septiembre de 1961 se protocolizó el Acta Constitutiva del Instituto de Previsión y Ahorro del Personal Docente y de Investigación de la Universidad de Carabobo (Ipapedi). Por tal motivo, se adoptó y acogió dicha fecha como la fundacional. Así que el recién pasado martes 6 de septiembre de 2022 se cumplieron los primeros 61 años de existencia de nuestro instituto de previsión social.
El domingo 27 de marzo del año en curso escribí una crónica intitulada: IPAPEDI: Ayer, Hoy y Mañana. En dicha entrega, señalaba que el ayer de Ipapedi era el acopio de la recordación de dónde veníamos. El hoy denotaba dónde y cómo estábamos y, el mañana, saber adónde íbamos y qué podíamos esperar de tal porvenir.
El estamento profesoral de la UC está conformado por profesores activos y jubilados. Seguramente, por momentos, los profesores jubilados son tomados por el recuerdo nostálgico del Ipapedi de ayer. Tiempo en el que este ente era percibido como un auténtico instituto de previsión y ahorro. Los hoy jubilados tuvimos la dicha de disponer y disfrutar de una cartera crediticia con una amplia gama de créditos, a bajos intereses, que nos proveía y permitía la posibilidad de adquirir bienes, entre los que destacaban, viviendas y vehículos.
Los profesores jubilados de hoy recordamos con nostalgia que, en marzo de cada año, nos veíamos en el Centro Comercial y Profesional Avenida Bolívar de Valencia, en la ocasión de recibir el cheque de los anhelados dividendos, producto del rendimiento de nuestros haberes (ahorros) en la institución. También en diciembre nos volvíamos a encontrar en el mismo sitio, cuando retirábamos el tradicional obsequio navideño de Ipapedi. Pues bien, el relato anterior podría perfectamente definir lo que llamo el Ipapedi de ayer.
El desempeño del Ipapedi de hoy genera decepción en el profesor jubilado, por cuanto este percibe como perdidos los beneficios que llegó a tener y disfrutar. La situación de los profesores activos, por su parte, es realmente desalentadora y frustrante. Los invade y arropa la incertidumbre y una sombría expectativa de futuro, porque en mala hora ven a su Instituto padeciendo de un prolapso gerencial, que, evidentemente, ha traído como consecuencia una parálisis que le impide cumplir con su original razón de ser.
Vale decir, que los profesores activos que se encuentran en el desarrollo de su carrera académica no perciben a Ipapedi como la instancia que pueda ser capaz de financiar la vivienda de su hogar. Adicionalmente, están imposibilitados de aspirar un crédito para la compra de un vehículo que les sirva de medio de transporte personal y familiar. Más aún, si demandaran un retiro de haberes para hacer frente a cualquier eventualidad, la respuesta sería que dicho derecho está “temporalmente suspendido”. Y si de préstamo personal se tratara, la cantidad otorgada sería de tan solo ¡150 bolívares! Horroriza y aterroriza saber, que hayan, todavía, contados privilegiados que sostengan públicamente, que el otorgamiento de un préstamo personal por un monto de ¡150 bolívares! (menos de $20), es testimonio del cabal cumplimiento del leitmotiv de Ipapedi.
Incontrovertiblemente, el Ipapedi de mañana demanda y reta a los profesores a resolver un problema que es de incumbencia colectiva. Mantengo y sostengo que la clave para resolver problemas de hondo calado social está en la predisposición actitudinal. La motivación es, por su lado, la que provee la fuerza de voluntad para la acción. Estamos motivados, tenemos la disposición, preparación y experiencia para emprender con un claro sentido de propósito el rescate y reflotación de Ipapedi.
Convocar, entonces, a las mejores voluntades y capacidades de los profesores UCistas es, pues, el camino para alcanzar el ansiado cambio que nos lleve al anhelado Ipapedi del mañana. Hay que dotar a la institución de un rumbo cierto que la conduzca a puerto seguro, a fin de poder devolverle a los docentes la seguridad y la alegría de sentirse asociados a una institución en la que los ahorros previsionales se multipliquen y generen riqueza para que estén, verdaderamente, al servicio de la previsión social y, por consiguiente, de la seguridad social.
Profesor(a), en Ipapedi tenemos dos caminos: el continuismo o el cambio.
¡Vamos por el cambio!
¡Sabemos cómo hacerlo y sin excusas!
Elecciones YA.